Will Rodríguez: Solana, de Fernando Trejo, un homenaje a la vida y la muerte

sábado, septiembre 26, 2015

Solana, de Fernando Trejo, un homenaje a la vida y la muerte

Hay un fantasma que transita por los pensamientos de cada hombre y cada mujer de este planeta; un cadáver etéreo que deambula por la razón, transformándola en llamarada de secretos; una sombra cosida a nuestra lengua que se traba y se destraba al escaparse las ideas; un orgasmo atrapado en las fronteras del futuro… Es el fantasma de la infancia, el cadáver del niño que fuimos y seremos, la sombra del ayer y del mañana, y el orgasmo que por un instante logra extinguirla. Todo esto es Solana, poemario de Fernando Trejo editado por el Fondo Editorial Tierra Adentro (2014).
Imagino los cuatro capítulos de este libro como videocasetes que resguardan los sonidos y las imágenes de la preadolescencia del autor: Carlos, Solana, Poemas escritos en el edificio y Los sueños de Carlos narran los juegos, llantos, aromas, sabores, aparatos eléctricos, canciones, plantas, objetos y fantasías que se tornan ecos de la vida con Carlos Augusto Trejo Burguete, amado y admirado primo que encontró la luz eterna en aquellos tiempos de Playstation, Terminator y El espinazo del diablo.
El primer capítulo de esta novela convertida en poesía aborda el dolor subsecuente a la terrible noticia y un diálogo posterior con el difunto.
Mamá traía en su voz los ojos dilatados. Como un hachazo al árbol de mi infancia, su mano entre dientes. Mordida la razón desde sus pechos maduros, caída en su dureza, marcó mi corazón y lo abrazó. Carlos. Dijo. Y la ciudad se tambaleó con los estruendos de un mar dentro de una lágrima […] Carlos. Insistió. Y comenzó a llover.
En Solana intervienen el cielo, las nubes y los árboles, los ruidos del silencio y la naturaleza urbana de Tuxtla tatuada con el recuerdo y la nostalgia. En un edificio de departamentos los niños aprenden del antihéroe técnicas militares, a volar en motocicleta y, sobre todo, a no llorar.
A la altura de mis ojos, el árbol tiene dos hachazos deformes que aún conservan la tajada, la marca del metal ceñido en dos líneas paralelas. Ahí golpeó con sus dos brazos, Carlos, al pequeño cedro. Ahí sostuvo el ámbar del árbol que lloró en sus manos
Como se puede apreciar, se trata de poemas en prosa, imágenes narrativas con lenguaje sencillo y hermoso que desembocan en una lectura serena y penetrante. Bajo la consigna del artista inglés Banksy de que “una pared ha sido siempre el mejor sitio para publicar tu trabajo”, Poemas escritos en el edificio es el capítulo que atestigua el despertar sexual de los pubertos.
Enciende la cámara. Apunta con tu resortera. Graba los senos desnudos bajo las grises láminas de la tarde. Mira. Verás que la mujer se toca, dices […] Te ríes. Nos vio. Dices que nos vio y saltas al piso dos metros veinticinco centímetros de altura. El salto deja en el aire tu risa
Por último, en Los sueños de Carlos surgen versos cortos y medianos en alternancia con la prosa porque los sueños, sueños son, y pueden ser de mil maneras, aunque siempre barnizados de misterio. Fernando Trejo acelera el ritmo de las imágenes como el movimiento ocular de los durmientes, logrando una vertiginosidad que sorprende por su perfección y certeza.
Ha dejado
abierta la sonrisa:
parte de una oscuridad
en los ojos de dios
donde acomoda saliva
en punta,
de tan fina erección.
Este poemario obtuvo la mención honorífica del Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2014, pero debe ubicarse como el ganador, toda vez que la obra triunfadora finalmente fue descalificada por incuplir las bases de la convocatoria. Independientemente de esto, estamos ante un libro que por su calidad y propuesta se ha posicionado como un referente generacional. Muchas felicidades al autor por este logro editorial y tan bello homenaje a la vida y la muerte.
Fernando Trejo (Chiapas, México, 1985) es uno de los poetas jóvenes más destacados del país. Ha publicado ocho poemarios en México y el extranjero, entre ellos Cuaderno invertebrado (2009), Bérsame (2011), Travelling (2011) y Las alas de mis ensoñaciones que son pájaros (2012). Su obra ha merecido diversos reconocimientos regionales y nacionales. Es fundador y director del exitoso Encuentro Nacional de poetas y Narradores Carruaje de pájaros que se realiza anualmente en Chiapas.